Nació en la ciudad italiana de Bolonia en 1858. Se doctoró en leyes, pero su temperamento artístico lo llevó a cultivar la música, de la que fue compositor y profesor. Fue uno de los miembros más representativos del movimiento teosófico en España por su actividad institucional, traductora y escritora; presidente honorario para España de la Asociación de los Idealistas Prácticos; miembro de la Sociedad Teosófica Española —Rama Arjuna de Barcelona, desde 1922—, de la asociación Exploradores de España, de la Orden de la Estrella de Oriente y de la Sección Española de la Fraternidad Internacional de la Educación. Su vida estuvo presidida por el esfuerzo en conseguir un sistema social más justo, más práctico y más humano, en un mundo que debía transformarse a través de la educación —instrumento de regeneración humana y social—, que no consistía en modelar y dar forma preconcebida a las personas, sino en «educir o sacar lo mejor que existe en el fondo del alma». Idealista convencido de la fraternidad universal, la tolerancia y la comprensión, y persona de gran formación y habilidades (publicista, poeta, pedagogo, compositor y pintor) vivió en nuestra ciudad a comienzos del siglo XX, y en ella dejó profunda huella de su filantropía, ayudando incondicionalmente a cuantos pidieron su ayuda, de manera especial, los más desfavorecidos. A su mecenazgo se debe la restauración del patio del Museo Municipal, la donación del cuadro de Ribera El Salvador, la restauración de los baños de la Beneficencia y el comedor del Asilo, el arreglo del antiguo lavadero de la Puerta de Cocentaina, el paseo de la Baixada del Carme (vivió en el huerto del Carmen), la construcción del jardín modernista de Carmen Pérez (del Beso), así como numerosas muestras de patrocinio cultural (Unión Cultural Setabense, Játiva Turista…) y, sobre todo, donaciones anónimas. En su testamento creó la Fundación Pérez-Bruschetti con el fin de donar parte de sus bienes a Xàtiva. Su obra en nuestra ciudad fue reconocida por todos, y en 1925 fue declarado hijo adoptivo de Xàtiva «en testimonio de afecto y eterna gratitud por su filantrópico proceder y cívicas virtudes». Murió en Barcelona durante la madrugada del día 11 de diciembre de 1932. Toda la prensa de Xàtiva, sin distinción de matices ni ideologías —desde El Progreso, semanario republicano radical socialista, hasta el católico El Obrero Setabense— publicó sentidas crónicas, ensalzando su labor de mecenazgo en la ciudad y, sobre todo, su humanismo: «el Hombre Bueno». El 15 de mayo de 1935, Xàtiva le hizo un gran homenaje, declarando ese día —y todos los 15 de mayo— fiesta local (Día de Attilio Bruschetti) y dando su nombre al colegio que se inauguró. Los escolares de toda la ciudad entonaron un himno a su memoria, entre cuyos versos se decía: «Don Attilio Bruschetti Mariotti / fue patricio bueno y ejemplar […]. / Gloria al músico bien laureado / y al filántropo ya malogrado / cuyo credo fue paz y amor». Por sus principios ideológicos y su sentido crítico con el fundamentalismo de la Iglesia Católica española, la dictadura franquista silenció su nombre y lo mantuvo en el olvido. El propio monumento que iba a erigirse en su memoria —obra de Francisco Bolinches, y sufragado por subscripción popular— quedó paralizado. Y continúa siendo una «asignatura pendiente» de la ciudad. La democracia restituyó su figura, divulgando su labor a través de la publicación del libro Homenatge a Bruschetti (Xàtiva: Fundació Pérez-Bruschetti, 1986). Hoy, su recuerdo permanece vivo a través del centro escolar que lleva su nombre —junto al jardín que sufragó— y del Centro de Día Pérez-Bruschetti para Enfermos de Alzheimer. Sus publicaciones (Ciencia práctica de la vida, Catecismo de la obrera, Salvemos a los niños, Ángel femenino, Cuando seas madre, etc., así como numerosos artículos en revistas tales como El Loto Blanco o Teosofía) y parte de su biblioteca particular pueden ser consultados en la Biblioteca Municipal, gracias a la donación hecha a la ciudad por la familia de Samuel Sanchis.